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La reforma educativa ya está en camino

José Benegas realiza un interesante argumento de que la educación debe estar conducida por los intereses de los niños. Está claro, que cuando hay interés, los niños aprenden. ¿Por qué insistir en una modalidad dictatorial de adoctrinamiento y centralizada en el estado?

Como complemento, conviene ver la TED talk del indú Sugata Mitra.
Aquí, el artículo en Martes Financiero.

La reforma educativa ya está en camino
Por José Benegas
Martes Financiero, La Prensa, 26 de julio de 2011
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Es  probable que dentro de unos años los defectos de todos los sistemas educativos, como el de Panamá, dejen de tener importancia y que toda la estructura formativa como la conocemos, con toda su tediosa dialéctica ultra sindicalizada y decadencia, entren en desuso.

Porque al lado de la sucesión de huelgas y conocimientos desactualizados, burocracia y política, la gente descubrirá que no necesita para nada conectarse a una Matrix deformativa porque tiene a su disposición en la red online todo lo que requiere aprender de acuerdo a sus propias necesidades y no a las prioridades de sus adoctrinadores.

El ser humano trae consigo la curiosidad y la avidez por conocimiento, el rechazo de los alumnos a lo que se le brinda en la escuela es consecuencia de que el sistema solo los considera como destinatarios obligatorios de los intereses y valores que lo mantienen girando.

Pero tienen naturalmente un plan de vida propio. Aman a su país por sus lazos afectivos y lo que les ofrezca en materia de oportunidades para realizar sus sueños y no porque se los someta a la liturgia nacionalista contenida en los programas educativos. El alumno quiere ser estudiante.

El investigador en educación indú Sugata Mitra realizó estudios que demuestran que los niños de barrios pobres se auto educan con solo contar con una computadora conectada a internet.

Buscan conocimientos que les interesan y los obtienen a una velocidad que ningún profesor del estilo actual desimonónico podría suministrarles.

La diferencia no está en la tecnología. De nada sirve meter un computador dentro del esquema regimentado porque entonces pierde su sentido liberador.

El problema de la educación en Panamá y en muchos otros países es de orden político. El alumno es un súbdito de una maquinaria que lo adoctrina, sabe que se lo quiere moldear, convertir en un “buen ciudadano” como explícitamente se propone la ley educativa.

Esos “buenos ciudadanos” están listos luego para que se los manipule con invocaciones simbólicas a los valores que se les inculcaron.

En consecuencia el defecto no está en la currícula A contra la currícula B. Ni en la incorporación de tecnología por sí misma.

El defecto está en el control centralizado y sindicalizado del suministro de conocimientos y en que el supuesto destinatario es en realidad un mero insumo para los planes supuestos del Estado como organización, y los mucho más reales intereses sindicales y políticos de la burocracia.

Los aparatos educativos centralizados serán superados por Google si no se adaptan renunciando a ese control total.

Ya no es un problema de los jóvenes, quienes más deben preocuparse son aquellos que pretenden mantener el statu, porque un día se encontrarán con que están luchando por mantener lo que ha dejado de existir en la vida de la gente y cuando alguien apague la luz de sus escuelas no será noticia.

Por supuesto que este no tiene por qué ser el final si existe la vocación de cambiar de verdad sin retórica gatopardista. No se puede hacer una comisión central para que se reúna meses a ver cómo cambia el contenido curricular de modo masivo.

El conocimiento de lo que hay que enseñar se encuentra disperso entre cada niño, padre y maestro y está en permanente cambio.

No se necesita ninguna autoridad política ni comité de expertos soviéticos para resolver ese asunto. La administración de la educación pública debiera empezar por municipalizarse.

El contenido de la enseñanza debería ser determinado por los estudiantes, sus padres y las escuelas en colaboración.

El Estado debiera tener tanta injerencia sobre lo que se está enseñando en cada aula como la que tiene sobre lo que se está comiendo en cada mesa familiar.

Educar no es llenar a nadie de una sabiduría especial. Tiene más que ver con mantener la ignorancia epistemológica viva. No llenar a los niños de respuestas, que no les roben sus preguntas.

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