Este domingo 11 de noviembre se cumplen 100 años desde la firma del armisticio que dio fin a la Primera Guerra Mundial, tras cuatro años y cuatro meses de combates. Fue una de las 5 guerras más mortíferas de la historia. Al final habían muerto alrededor de 9 millones de combatientes. Eso da una tasa de 239 muertes por hora. En la Batalla del Somme en 1916, una de las más sangrientas, hubo un día en que murieron 57 mil soldados británicos.
La Gran Guerra, como se le conocía entonces, tuvo graves consecuencias para la geopolítica europea. El Imperio Austro-Húngaro se desmoronó y con ello nacieron nuevos países como Checoslovaquia, Austria, Hungría y Yugoslavia. Finlandia y Lituania se independizaron de Rusia. Polonia resurgió con territorios anteriormente de Austria-Hungría, Rusia y Alemania. En Rusia, ocurrió la Revolución bolchevique en 1917, y estalló una guerra civil que duraría hasta al menos 1922 y que causaría otros 7 millones de muertos.
En el Oriente Cercano, el Imperio Otomano desapareció. Ya venía perdiendo sus posesiones europeas lentamente desde hacía décadas, entre ellos Rumania, Bulgaria, Serbia y Grecia. En Arabia, surgió el movimiento independentista que dio origen a Arabia Saudita. En el Levante, se dio la ocupación de Francia e Inglaterra, que luego daría origen a Líbano, Siria e Iraq. En Anatolia, la guerra por la independencia de los turcos finalizó en 1923 con el nacimiento de la República de Turquía. Los armenios quedaron integrados a la Unión Soviética.
En Alemania, el Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, traspasó Alsacia y Lorena a Francia, entregó territorios alemanes a Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca y Polonia, y sembró las semillas del resentimiento dentro de los mandos militares alemanes que sentían que habían sido traicionados. A fin de cuentas, no habían sido vencidos y el día del armisticio ocupaban grandes espacios territoriales de los aliados. El tratado también obligaba a los alemanes a declararse los únicos causantes de la guerra, cosa que no podía estar más alejada de la verdad, y exigía el pago de reparaciones costosas a favor de los aliados.
Ninguno de los grandes líderes políticos y militares (presidentes, reyes, generales) de los países combatientes durante la Primera Guerra Mundial jugaron papeles importantes en la posguerra o la Segunda Guerra Mundial, pero varias otras figuras sí lo hicieron. Cabe resaltar a Mustafa Kemal. Este era un teniente del ejército otomano y ganó prominencia al vencer a los británicos en la Batalla de Galípoli. Luego, se convertiría en el líder del movimiento independentista turco y sería el primer presidente de Turquía.
Winston Churchill comenzó la guerra como Primer Lord del Almirantazgo, fue responsabilizado por el fracaso en Galípoli y obligado a salir del gobierno. Pero para el final de la guerra, ocupaba nuevamente puestos de importancia y fue uno de los principales propulsores del uso de tanques. Churchill luego fue el primer ministro que lideró el Reino Unido durante la Segunda Guerra.
De Gaulle, Hitler, Patton, Montgomery, Eisenhower, Rommel, Marshall y Zhúkov, todos vieron acción, con mayor o menor relevancia, durante la Gran Guerra, y luego serían personajes clave de la Segunda Guerra. Entre aquellos participantes, aunque no como combatiente, también estuvo Robert Schumann, quien luego sería ministro de Asuntos Exteriores de Francia. El 9 de mayo de 1950 dio el discurso que ahora se conoce como Declaración de Schumann, en el que propuso la unificación del mercado de acero y carbón de Alemania y Francia, con el expreso propósito de hacer materialmente imposible una nueva guerra entre ellos. Esto fue el origen de la Unión Europea.
Publicado en Revista K, edición de Noviembre de 2018, Vol. 134, pág. 129.
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