El viernes, en el diario El Mundo, de España, apareció esta excelente columna sobre la política, los políticos, los medios, la historia.... sobre cómo usan los políticos a dragones y verdugos para manipular a la gente.
Columna: El Ruiso de la Calle
Verdugos y dragones
Por Raúl del Pozo
El Mundo, 15 de julio de 2011
La política se basa más en las opiniones que en los hechos y quizás por eso, de vez en cuando los políticos fabulan, crean mundos imaginarios que sus seguidores se tragan como buenos creyentes. Se inventan un dragón y se pasan la vida persiguiéndolo. La mayoría de las veces, como pensó el poeta, siembran dragones y cosechan pulgas. Los periodistas también inventamos serpientes de verano, también cosechamos pulgas en el eterno gran carnaval de un trabajo apasionante e imprescindible, aunque en este momento el periodismo es otra vez una profesión de riesgo; tenemos que envolver las opiniones tras los velos de la alegoría. Y los cineastas hacen películas, con textos inspirados por las sectas.
Hay un bello pasaje de Tolkien en el que hablan dos dragones. «Dicen que hay unos monstruos poderosos, llamados caballeros andantes, que sólo tienen por misión encontrarnos y matarnos», cuenta el primero. «Leyendas, mentiras, los caballeros andantes no han existido nunca», contesta el segundo. Tiene razón: apenas hubo caballeros andantes y nunca hubo dragones, aunque sobre ellos se hayan escrito tantas historias y se hayan rodado tantas películas.
En ningún sitio como aquí hay tal predisposición a creer en los dragones o en que se guarda un cojón en una huevera de oro del pudridero de El Escorial o que nos amenaza un rebaño de demonios, una ensalada de gusanos, un nido de lechuzas y vampiros. La memoria histórica es una fábrica de armas; la cuneta, una ópera, y el mausoleo, una atracción turística. Hay verdugos buenos y verdugos malos. Hemos llegado a un punto en el que los fusilados de todas las épocas representan todos los días sus papeles en una comedia de disfraces sin contar que muchos de los grandes hombres fueron casi siempre hombres malos, ambiciosos, sanguinarios, psicópatas, y los verdaderos héroes, desconocidos.
Cada historiador cuenta los crímenes de sus antepasados según su conciencia, que es la de su empresa, la de su partido. Ahora, Telemadrid ha estrenado un documental sobre el asesinato de Calvo Sotelo, y desde el otro lado del frente, Santos Juliá dice que estamos ante una manipulación de la Historia. Según el historiador no fue el asesinato la chispa o el detonante de la Guerra Civil, porque ya estaban conspirando los generales desde que la izquierda ganó las elecciones del 36. Un mes antes que Federico se convirtiera en junco frío, mataron a Calvo Sotelo, y lo dejaron solo junto a su sombrero. La foto aún estremece, pero 75 años después resulta inútil lograr la objetividad porque cada español tiene en la cabeza la película de la historia de la Guerra Civil, de la posguerra y hasta del futuro. Se traga todos los dragones, como si fueran percebes. Los medios y los partidos ahorran al individuo la necesidad de pensar, trazan un cerco alrededor del pensamiento.
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