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¡No quiero un Martinelli! Rechazo del Balboa

Hoy salió publicada en el diario La Prensa esta divertidísima y muy didáctica columna crítica a la acuñación de monedas de balboa. Esta se añade a los artículos publicados por otros autores criticando la moneda.

Me surgen unas inquietudes: ¿Hasta cuándo los bancos privados locales aguantarán el abuso del Banco Nacional de Panamá que no les entrega billetes de dólares y les da monedas de balboa? En el tiempo en que el balboa y el dólar tenían el mismo contenido metálico en oro y plata, sí que se podía decir que eran lo mismo, pero ahora se trata de una moneda fiduciaria aceptada en todo el mundo (el dolar) frente a una que se acepta localmente a regañadientes y disgusto porque no hay de otra. ¿Cómo pueden equipararse?

¿Será que ahora hay que ir al banco y abrir nuevas cuentas en "dólares"? Así como se pueden abrir en algunos bancos en libras esterlinas o euros... Hay que empezar a preguntar: ¿Quién es la Sra. Lenis?

Aquí pueden encontrar acceso a las otras columnas criticando al balboa: José Benegas, Olmedo Miro, Ramón Barreiro, Diego Quijano Durán, José A. Claus y Joey Levy.

¡No quiero un Martinelli! 
Por Carlos Ernesto González de la Lastra
La Prensa, 27 de febrero de 2012

Estaba en la fila de un banco esperando mi turno para cambiar un cheque cuando escuché una discusión entre una señora y la cajera. La señora con cara destemplada y con un tono de voz fuerte le decía a la cajera “no me dé Martinellis, yo quiero dólares”. Puse atención y escuché a la cajera decirle a la señora, “es que el Banco Nacional nos obliga a aceptar estas monedas y ya no nos entrega billetes de a dólar”. La señora le contestó: “a mí no me importa, ese es su problema, a mí me da dólares, como dice el cheque que le estoy dando”. La señora recibió sus dólares y yo me salí de la fila y la seguí hasta la salida del banco y le dije, por favor, deténgase, y me presenté, ella hizo lo mismo y me dijo que se llamaba Lenis.

Entonces le dije, señora Lenis, he escuchado su discusión con la cajera y si no tiene inconveniente, ¿me puede explicar su reacción? Se me quedó mirando y vi ensancharse sus fosas nasales, respirar profundo y con una voz gruesa, que me recordaba a mis profesores del Instituto Nacional, me dijo: “Esa moneda no vale nada, bueno posiblemente 10 centavos de dólar y nos la quieren meter por un dólar”. Frunció la ceja y, como quien dice un secreto, pasó a explicarme que había estudiado el presupuesto y en ningún lado aparecía dónde iba registrada la ganancia de ese dinero. Luego de escucharla le pregunté por qué llamaba a la moneda Martinelli y me contestó, enfáticamente, “porque él hizo la ley fiscal en la que nos metió la mano al bolsillo y le ha sacado a los panameños un billón de impuestos y en esa ley nos metió el cují de que el Estado puede hacer circular monedas de uno, dos y cinco dólares. Por el ser el autor de semejante despropósito yo les llamo a esos pedazos de plomo Martinellis”. En ese momento se quedó pensando y me dijo “¿usted, realmente quiere que le dé una explicación de mi disgusto?”. Le contesté que sí y, entonces, me dijo: “Panamá no tiene banco central, por lo tanto, ese dinero es basura”. Se empezó a alterar y me preguntó, “¿usted sabe qué hace un banco central? Pues mantiene y regula la reserva monetaria del país y es el único autorizado para emitir moneda y regula la circulación monetaria. En Panamá, al no tener banco central, lo que circula es el resultado de la venta de bienes y servicios que desarrolla nuestra economía. Meter monedas que no valen nada en nuestra economía es un desastre”. Su vista se desvió hacia unos comercios que están cerca del banco y me dijo: “Mire señor, una moneda fuerte que es la que usamos en Panamá es comercializada globalmente y da confiabilidad y estabilidad. Hoy nos meten una moneda, como si valiera un dólar, pero mañana vendrá la de dos dólares y después las de cinco dólares y así seguiremos, porque al no haber transparencia estas monedas nos están haciendo más pobres y a alguien más rico”.

Nuevamente me miró y se me acercó, sentía su aliento cerca de la cara, y me dijo: “Nicolás Copérnico, en 1371, dijo que la mala moneda lleva fuera de circulación a la buena moneda y no digamos lo que nos enseñó Thomas Gresham, si tiene una moneda depreciada esa es la que se gastará y guardará la que sí vale. Se da cuenta por qué no acepto los Martinellis”. Entonces, se separó de mí y me dijo en voz alta: “¡A mí me dan mis dólares!”, Dio media vuelta y se fue. Me quedé como petrificado, miré mi cheque, entré al banco y cuando fui a cambiarlo le dije a la cajera, en voz alta, ¡a mí no me dé un Martinelli!

Comentarios

Institutano-del-92 ha dicho que…
El problema es que el billete de un dolar cada vez tiene menos valor, fue bueno que el gobierno acuñara una moneda. Dura mas que el papel.
ryuaustro ha dicho que…
Disculpa, no había visto tu comentario hasta ahora.

Concuerdo que las monedas son más duraderas. Lastimosamente, ese no es el motivo. Si lo fuera, se hubiera hecho una de dos: (1) o se traen monedas de dólar que ya existen en Estados Unidos y circulan también en Ecuador, otro país dolarizado; (2) o se hubiese depósitado en Estados Unidos igual cantidad de dólares americanos que la cantidad de monedas de balboa emitidos, de tal forma que se garantice la paridad...

Hoy la paridad se mantiene porque prácticamente no hay balboas emitidos... Pero pregúntale al banco nacional cuánto vale en su balance realmente $1MM de monedas de balboa frente a $1MM de dólares...

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