El ex presidente de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa, John Bennett, crítica duramente en este artículo a las impresoras fiscales que está metiendo el gobierno en las empresas de los ciudadanos. Hace un llamado a la desobediencia civil. ¡No pueden cerrar a todas las empresas! Pocos empresarios se han expresado públicamente en contra debido al poder coactivo que tiene el gobierno para callarlos. Ver Agencia tributaria y poder estatal.
Desobediencia civil y cajas registradoras
Por John A. Bennett N.
La Prensa, 21 de octubre de 2011
En 1849 el transcendentalista Henry David Thoreau publicó un ensayo en dónde argüía que los ciudadanos como individuos no debían permitir que los gobiernos atrofiaran sus conciencias, y que todos tenemos el deber de no caer en el conformismo que le abre el camino al Gobierno a convertirnos en agentes de sus injusticias. Por supuesto que Thoreau no se refería a las cajas registradoras sino a la esclavitud, pero... ¿acaso el condescender a la colocación de un dispositivo gubernamental dentro de nuestra propiedad no es una forma de esclavitud y de conformismo condescendiente?
Thoreau argumentaba que no era que los gobiernos padecían a algún grado de corrupción, sino que eran los agentes primarios de la corrupción y de la injusticia y que la mejor forma de evitarlo era a través de una desobediencia civil de conciencia.
Por supuesto que no se trata de promover una revolución sino de oponerse a lo que está mal. Tampoco estoy hablando del no pago de los impuestos, pues queramos o no, se necesita algún elemento de orden civil y los gobiernos que sufrimos son lo único que por el momento tenemos. Hablo de oponerse a los excesos y para ello tenemos que dilucidar cuáles son los excesos. El primero que salta a mente es el pago de impuestos excesivos. El problema es que muy poco o casi nunca los ciudadanos exigen rendición de cuentas a sus políticos; ni siquiera en las elecciones, ya que a menudo votan por los más raros, y Bucaram o Chávez vienen a mente.
Un gran admirador de Thoreau fue Gandhi, quien se refirió a Thoreau señalando que era un gran escritor, filósofo, poeta, y en términos generales, el más práctico de los hombres; entre otras razones, porque jamás predicó aquello que no practicó. Gandhi acreditó a Thoreau con la emancipación de los esclavos en Estados Unidos y elogió su llamado a la desobediencia civil.
La colocación de equipos fiscales dentro de nuestra propiedad, desde el punto de vista de nuestra autodeterminación y de lo moralmente justo, es más que cuestionable. La misma noticia que salió el 18 de octubre en La Prensa es odiosa, cuando uno lee sobre las “sanciones” que llegan hasta el cierre de empresas. ¡Vaya manera de recaudar! ¿Por qué no las cierran todas a ver si recaudan más?
Ninguna empresa privada podría tratar a sus clientes así; es decir, obligándolos a comprar sus servicios y luego amenazándolos con sanciones y la eliminación de su forma de sustento. La medida favorece a las grandes empresas que pueden asimilar los costos. Es a las pequeñas que golpearán y con ello veremos un aumento de la informalidad.
Los ciudadanos deben estar conscientes que sí existen alternativas, comenzando por decirles a sus diputados que no votarán por ellos, de no oponerse a esta nueva arbitrariedad. Y la otra es la desobediencia civil. ¿Qué van a hacer, a cerrar todas las empresas?
Desobediencia civil y cajas registradoras
Por John A. Bennett N.
La Prensa, 21 de octubre de 2011
En 1849 el transcendentalista Henry David Thoreau publicó un ensayo en dónde argüía que los ciudadanos como individuos no debían permitir que los gobiernos atrofiaran sus conciencias, y que todos tenemos el deber de no caer en el conformismo que le abre el camino al Gobierno a convertirnos en agentes de sus injusticias. Por supuesto que Thoreau no se refería a las cajas registradoras sino a la esclavitud, pero... ¿acaso el condescender a la colocación de un dispositivo gubernamental dentro de nuestra propiedad no es una forma de esclavitud y de conformismo condescendiente?
Thoreau argumentaba que no era que los gobiernos padecían a algún grado de corrupción, sino que eran los agentes primarios de la corrupción y de la injusticia y que la mejor forma de evitarlo era a través de una desobediencia civil de conciencia.
Por supuesto que no se trata de promover una revolución sino de oponerse a lo que está mal. Tampoco estoy hablando del no pago de los impuestos, pues queramos o no, se necesita algún elemento de orden civil y los gobiernos que sufrimos son lo único que por el momento tenemos. Hablo de oponerse a los excesos y para ello tenemos que dilucidar cuáles son los excesos. El primero que salta a mente es el pago de impuestos excesivos. El problema es que muy poco o casi nunca los ciudadanos exigen rendición de cuentas a sus políticos; ni siquiera en las elecciones, ya que a menudo votan por los más raros, y Bucaram o Chávez vienen a mente.
Un gran admirador de Thoreau fue Gandhi, quien se refirió a Thoreau señalando que era un gran escritor, filósofo, poeta, y en términos generales, el más práctico de los hombres; entre otras razones, porque jamás predicó aquello que no practicó. Gandhi acreditó a Thoreau con la emancipación de los esclavos en Estados Unidos y elogió su llamado a la desobediencia civil.
La colocación de equipos fiscales dentro de nuestra propiedad, desde el punto de vista de nuestra autodeterminación y de lo moralmente justo, es más que cuestionable. La misma noticia que salió el 18 de octubre en La Prensa es odiosa, cuando uno lee sobre las “sanciones” que llegan hasta el cierre de empresas. ¡Vaya manera de recaudar! ¿Por qué no las cierran todas a ver si recaudan más?
Ninguna empresa privada podría tratar a sus clientes así; es decir, obligándolos a comprar sus servicios y luego amenazándolos con sanciones y la eliminación de su forma de sustento. La medida favorece a las grandes empresas que pueden asimilar los costos. Es a las pequeñas que golpearán y con ello veremos un aumento de la informalidad.
Los ciudadanos deben estar conscientes que sí existen alternativas, comenzando por decirles a sus diputados que no votarán por ellos, de no oponerse a esta nueva arbitrariedad. Y la otra es la desobediencia civil. ¿Qué van a hacer, a cerrar todas las empresas?
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