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Falta de prudencia en las finanzas públicas


El 24 de marzo de 2012 publiqué este enfoque respecto a la supuesta iliquidez de las finanzas públicas y el preocupante y creciente déficit fiscal. Mi opinión en ese momento, como podrán ver, era que no se enfrentaba una situación de iliquidez, pero que el manejo de las finanzas públicas no era prudente.

Hoy, con el aumento del tope legal del déficit fiscal en la ley que eliminaría el Fondo Fiduciario y crearía el Fondo de Ahorro, la eliminación del requisito que la venta de las acciones de empresas públicas se vayan al fondo y el hecho de que el déficit en el primero trimestre de 2012 alcanzara $476 millones, un 80% más que en el primer trimestre de 2011, puede ser que esté equivocado.
Más prudencia en el gasto.
Por Diego E. Quijano Durán
La Prensa, 24 de marzo de 2012

Cuando hablamos de las finanzas de una persona, la liquidez se refiere a su capacidad de enfrentar obligaciones a corto plazo. Decir que el Estado se enfrenta a una situación de iliquidez, quiere decir que está teniendo dificultades para enfrentar sus obligaciones y deudas por pagar en el corto plazo.

La realidad es que hoy día y en el futuro inmediato Panamá no enfrenta tal situación.

Sus ingresos continúan subiendo y en el ámbito internacional (y local) cuenta con un buen crédito que le permite financiarse, sea obteniendo financiamientos en el mercado de capitales o posponiendo el pago de cuentas por pagar.

Ello no quiere decir que el manejo de sus finanzas sea el más adecuado y que no pudiera ser mejor.

En 2008, todavía bajo la administración de Martín Torrijos, el Gobierno cerró con un superávit fiscal de $98.5 millones. En 2009, ya bajo la actual administración, cerramos con un déficit de $252.5 millones. El mismo se duplicó a $511.8 millones en 2010. Y en 2011, aumentó 37% más hasta los $703 millones.
Esto quiere decir que el Gobierno está gastando más de lo que ingresa y, lo que es peor, sus gastos se están incrementando a un ritmo más rápido que el incremento de los ingresos.

En efecto, mientras que los ingresos crecían a 1.7%, 9.7% y 12.9% en 2009, 2010 y 2011, respectivamente, los gastos crecían a 7.5%, 13.3% y 14.6% en esos mismos años.

Esta tendencia es preocupante. Mientras que en 2009, el Gobierno gastó 4% más de lo que ingresó, en 2010 gastó 7.4% más de lo que ingresó y en 2011, 9% más. Todo esto, mientras recibió “ganancias” de $30 millones producto del señoreaje de monedas y que lograra postergar a futuro ciertos pagos programados para 2011 y 2012 de su plan de inversiones en infraestructura.

Esto le permitió mantener la relación deuda/PIB a 40% bajo la apuesta que en 2012 y 2013 la situación sea más favorable.

La realidad es que, de no cambiar el ritmo al que proceden las inversiones públicas, no hay duda de que en 2012 continuará incrementando el ritmo de crecimiento de los gastos por encima del de los ingresos.

Esto implicaría continuar aumentando aún más la deuda pública que en febrero 2012 ya alcanzaba los $13,143.5 millones, pero en un año que no se prevé que el PIB crezca como en 2011.

A mediano plazo, viendo inversiones que probablemente no sean sostenibles, como el metro, este nivel de gastos podría llevar a un deterioro de las finanzas públicas el cual no querremos que suceda en medio de una crisis financiera internacional.

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