Carlos E. González de la Lastra publica una tercera entrega (en nuestra opinión la mejor), criticando la acuñación (o emisión) de balboas.
Les recuerdo a nuestros lectores los otros artículos respecto a este tema que hemos recopilado: Repensando el balboa
La gran carcajada
Carlos E. González de la Lastra
La Prensa, 12 de abril de 2012
Don Carlos, Dios mío, lo estoy llamando desde el 22 de marzo y no lo localizo, ¿dónde estaba usted? Era la voz inconfundible de la señora Lenis; le dije que estaba de viaje y me interrumpió: ¡Tengo que decirle algo terrible! Mire, de regreso de viaje de Nueva York, en el vuelo de Continental 1021, del 22 de marzo, iba sentada al lado de un señor que leía su laptop, un señor bajito, gordito, con la corbata corrida, parecido a uno de los primeros tránsfugas del panameñismo, quien leía una presentación en powerpoint que tenía como título “Diseño y características de las nuevas monedas de 2 y 5 balboas para el Ministerio de Economía y Finanzas”.
Entonces la señora Lenis, me dijo: “Es imperativo que vaya a Monagrillo. ¡Allí está el mejor centro bancario!
¿Cómo?, exclamé sorprendido. Bajando la voz, me contó que así lo definía Poveda porque en los bancos del parque se sentaban los monagrilleros que discutían de filosofía, comercio internacional, finanzas, etc., y que el banco más importante era el de los economistas, que requerían mi presencia urgentemente.
Llegué a Monagrillo por la avenida Pérez, vi la vieja iglesia, el bar “La araña sin rival”, el “minisúper Juaco”, y me dije “al fin llegué”. Ubiqué el banco de los economistas y me dirigí hacia ellos. No hubo presentaciones, sabían quién era, y entraron en materia. El economista y abogado me dijo: “El gobierno de Martinelli, a través del Ministerio de Economía y Finanzas, es ahora el mayor falsificador de monedas del mundo. Comenzaron emitiendo 40 millones de balboas y según informes de la señora Lenis pronto emitirán de 2 y 5 balboas. Hizo una pausa y me dijo: “La única moneda de curso legal en Panamá es el dólar, el balboa es una unidad de cuenta y solo existe en monedas fraccionarias.
El artículo 1171 del Código Fiscal establece que el balboa es una unidad monetaria de oro con un valor de oro de 987 y medio miligramos de peso, 829 milésimos de fino, divisible en 100 centésimos”. El balboa vale mucho más que el dólar, mientras que la moneda que acuñó el gobierno no llega ni a una fracción del valor de un balboa.
En ese momento intervino el jefe del grupo -le decían señor Goyo (en Monagrillo todos tienen sobrenombre)- y dijo: “No queda alternativa; debemos proceder a demandar al ministro de Economía y al presidente Martinelli. Los dos están cometiendo un fraude contra el pueblo”.
Mirando la iglesia dijo: “La oferta monetaria circulante en Panamá es cerca de 500 millones de dólares; el uso de tarjetas de débito y crédito, los depósitos bancarios, los cheques y las transferencias, hacen que el circulante sea pequeño. La primera acuñación hecha por el Gobierno, representa el 8% del circulante y al acuñar la de 2 y 5 balboas llegarán al 23% del circulante.
En ese momento estoy seguro de que los bancos no garantizarán los depósitos en dólares. Poner a circular una moneda sin respaldo de un banco central ni por reservas de ninguna naturaleza y que la acuña el Ministerio de Economía y Finanzas, sin que los panameños sepamos quién gana el señoreaje, o si lo que está haciendo el Gobierno es balancear el déficit fiscal; ¡esto debe preocuparnos a todos los panameños!
Con estas emisiones de balboas, nuestra economía entra en el efecto Cantillón: “Una inyección de dinero nuevo permite al primer receptor comprar cosas a precios básicamente no modificados, mientras que quienes reciben dinero nuevo más tarde solo pueden comprar a precios mayores; así que los primeros receptores del dinero nuevo se benefician a costa de los posteriores”.
El señor Goyo agregó que los que tenían recursos podían guardar la moneda buena (el dólar) y gastar la mala (el balboa), y como esta moneda no vale nada terminará en manos de los más pobres que pagarán más al comprar bienes”.
Entonces le dije: “Pero, no entiendo; yo le oí decir en televisión al ministro de Economía que la acuñación de moneda no significaba un porcentaje importante del PIB. Entonces me explicó que esa comparación es posible cuando hay banca central y reservas internacionales, y que el ministro tiene el síndrome de este gobierno, mentirle al país.
Con estas palabras del Sr. Goyo, todo el mundo empezó a reírse. La gente salía del bar La araña sin rival, de la iglesia, de la Caja de Ahorros, de la casa verde, paraban carros y bicicletas.
Era una carcajada contagiosa, yo me doblaba de risa, la gente lloraba y no podía parar de reírse cuando don Goyo gritó “Que Dios salve a Panamá” y de las risas quedaron solo las lágrimas.
Les recuerdo a nuestros lectores los otros artículos respecto a este tema que hemos recopilado: Repensando el balboa
La gran carcajada
Carlos E. González de la Lastra
La Prensa, 12 de abril de 2012
Don Carlos, Dios mío, lo estoy llamando desde el 22 de marzo y no lo localizo, ¿dónde estaba usted? Era la voz inconfundible de la señora Lenis; le dije que estaba de viaje y me interrumpió: ¡Tengo que decirle algo terrible! Mire, de regreso de viaje de Nueva York, en el vuelo de Continental 1021, del 22 de marzo, iba sentada al lado de un señor que leía su laptop, un señor bajito, gordito, con la corbata corrida, parecido a uno de los primeros tránsfugas del panameñismo, quien leía una presentación en powerpoint que tenía como título “Diseño y características de las nuevas monedas de 2 y 5 balboas para el Ministerio de Economía y Finanzas”.
Entonces la señora Lenis, me dijo: “Es imperativo que vaya a Monagrillo. ¡Allí está el mejor centro bancario!
¿Cómo?, exclamé sorprendido. Bajando la voz, me contó que así lo definía Poveda porque en los bancos del parque se sentaban los monagrilleros que discutían de filosofía, comercio internacional, finanzas, etc., y que el banco más importante era el de los economistas, que requerían mi presencia urgentemente.
Llegué a Monagrillo por la avenida Pérez, vi la vieja iglesia, el bar “La araña sin rival”, el “minisúper Juaco”, y me dije “al fin llegué”. Ubiqué el banco de los economistas y me dirigí hacia ellos. No hubo presentaciones, sabían quién era, y entraron en materia. El economista y abogado me dijo: “El gobierno de Martinelli, a través del Ministerio de Economía y Finanzas, es ahora el mayor falsificador de monedas del mundo. Comenzaron emitiendo 40 millones de balboas y según informes de la señora Lenis pronto emitirán de 2 y 5 balboas. Hizo una pausa y me dijo: “La única moneda de curso legal en Panamá es el dólar, el balboa es una unidad de cuenta y solo existe en monedas fraccionarias.
El artículo 1171 del Código Fiscal establece que el balboa es una unidad monetaria de oro con un valor de oro de 987 y medio miligramos de peso, 829 milésimos de fino, divisible en 100 centésimos”. El balboa vale mucho más que el dólar, mientras que la moneda que acuñó el gobierno no llega ni a una fracción del valor de un balboa.
En ese momento intervino el jefe del grupo -le decían señor Goyo (en Monagrillo todos tienen sobrenombre)- y dijo: “No queda alternativa; debemos proceder a demandar al ministro de Economía y al presidente Martinelli. Los dos están cometiendo un fraude contra el pueblo”.
Mirando la iglesia dijo: “La oferta monetaria circulante en Panamá es cerca de 500 millones de dólares; el uso de tarjetas de débito y crédito, los depósitos bancarios, los cheques y las transferencias, hacen que el circulante sea pequeño. La primera acuñación hecha por el Gobierno, representa el 8% del circulante y al acuñar la de 2 y 5 balboas llegarán al 23% del circulante.
En ese momento estoy seguro de que los bancos no garantizarán los depósitos en dólares. Poner a circular una moneda sin respaldo de un banco central ni por reservas de ninguna naturaleza y que la acuña el Ministerio de Economía y Finanzas, sin que los panameños sepamos quién gana el señoreaje, o si lo que está haciendo el Gobierno es balancear el déficit fiscal; ¡esto debe preocuparnos a todos los panameños!
Con estas emisiones de balboas, nuestra economía entra en el efecto Cantillón: “Una inyección de dinero nuevo permite al primer receptor comprar cosas a precios básicamente no modificados, mientras que quienes reciben dinero nuevo más tarde solo pueden comprar a precios mayores; así que los primeros receptores del dinero nuevo se benefician a costa de los posteriores”.
El señor Goyo agregó que los que tenían recursos podían guardar la moneda buena (el dólar) y gastar la mala (el balboa), y como esta moneda no vale nada terminará en manos de los más pobres que pagarán más al comprar bienes”.
Entonces le dije: “Pero, no entiendo; yo le oí decir en televisión al ministro de Economía que la acuñación de moneda no significaba un porcentaje importante del PIB. Entonces me explicó que esa comparación es posible cuando hay banca central y reservas internacionales, y que el ministro tiene el síndrome de este gobierno, mentirle al país.
Con estas palabras del Sr. Goyo, todo el mundo empezó a reírse. La gente salía del bar La araña sin rival, de la iglesia, de la Caja de Ahorros, de la casa verde, paraban carros y bicicletas.
Era una carcajada contagiosa, yo me doblaba de risa, la gente lloraba y no podía parar de reírse cuando don Goyo gritó “Que Dios salve a Panamá” y de las risas quedaron solo las lágrimas.
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