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Mercado negro financiero

Estamos invadidos por siglas. Lastimosamente, no me refiero a las fotos del #TBT ni a que #YMMV, sino a OCDE, FATCA, GAFI y LA/FT/PADM. Aunque las primeras sean más visibles, las que más afectan nuestras vidas son las últimas. Desde París, Washington y Basilea están brotando cada día más regulaciones y políticas financieras, bancarias, fiscales y de cumplimiento. 

La vida privada y autónoma se encoge, es decir, la vida en la que se presume de la buena fe, la privacidad es un derecho y tenemos derecho a hacer todo lo que no está explícitamente vedado por la ley. La idea de que antes se podía viajar sin pasaporte y bastaba la declaración jurada de la persona parece una fantasía que nunca pudo haber ocurrido.
Todavía hoy restan reductos liberales de aquella época, como por ejemplo, que no haya en Estados Unidos ni en Reino Unido una cédula de identidad personal obligatoria, por miedo a lo que se pudiera hacer con esa información de la ciudadanía por un gobierno con ansias de politizar las decisiones de vida de las personas y crear dependencia de la ciudadanía para poder controlarlos. 

Esto de los documentos de viaje o identidad personal no es un chiste. Teóricamente en Cuba, toda persona tiene derecho a viajar y salir del país, pero para ello se requiere un pasaporte. El Gobierno cubano ejerce su dominio no entregando pasaportes y estableciendo un precio desorbitado para el ingreso medio de los cubanos. En la práctica, pues, es el Gobierno quien decide quién puede viajar. 

Regresando a las siglas, el posible efecto de toda esta red de regulaciones y restricciones que afectan nuestro margen de acción y aumentan los costos de transacción, van a generar un efecto imprevisto en las oficinas del Centro de Política y Administración Fiscal de la OCDE y del Grupo de Acción Financiera en París: el surgimiento de mercados financieros negros que no podrán controlar.

De acuerdo a la ciencia económica, a mayor grado de costo regulatorio, mayor el incentivo para el surgimiento de un mercado negro. #IMHO, el incremento en el costo de cumplir las regulaciones bancarias y financieras, tanto para los bancos como para los usuarios, no solo motiva a que las personas busquen alternativas para satisfacer sus necesidades financieras, sino que implica que quienes activamente estén interesados en blanquear capital mal habido, financiar el terrorismo o traficar armas de destrucción masiva, abandonen el sistema financiero tradicional y busquen otros mecanismos para hacerlo. La consecuencia es que se hará aún más difícil combatir estos crímenes a la vez que hace la vida a las personas honestas, más tediosa y costosa.

 ¿Pudieran estarse creando las circunstancias para que surja ya no solo un mercado negro de bienes y servicios, sino una jurisdicción negra paralela? Si no sucede ya, en cualquier momento ocurrirá y crecerá exponencialmente. Ya existen monedas que pudieran usarse en este mundo. La tecnología del blockchain no solo descentraliza los sistemas de compensación de transacciones, sino que permite guardar documentos e información de manera encriptada, entre muchas otras funcionalidades. 

Para Panamá el desafío es triple. ¿Cómo garantizar que nuestro sistema bancario y financiero no se quede rezagado en el desarrollo y puesta en marcha de nuevas tecnologías financieras que nos abaratarán los costos transaccionales? ¿Cómo tratar con el GAFI y la OCDE, cuando sus políticas probablemente causen el efecto opuesto a lo que buscan y que, adicionalmente, implican la violación del derecho a la privacidad y el financiamiento por parte de los contribuyentes y ahorradores panameños de los esfuerzos de persecución fiscal de los Estados miembros de la OCDE? ¿Cómo actualizar nuestro sistema judicial, que ya tiene grandes deficiencias de independencia y dominio de asuntos financieros, para entender y enfrentar este nuevo mundo? #WUASTC

Publicado en Revista K, edición abril 2017, vol. 115, pág. 

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