Lecciones de piratas y diablos Por Diego E. Quijano Durán Cuando solo había diablos rojos, el sistema de transporte no tenía nada envidiable, pero sí tenía dos cosas a su favor: prácticamente no era subsidiado (solo parte del diésel) y era descentralizado. Estas dos características son valiosas. La primera implica que, a efectos prácticos, era un sistema financieramente autosostenible. Los buses salían a la calle porque podían conseguir una ganancia. Pocos países podían decir lo mismo de su sistema de transporte. En cuanto a la descentralización, al estar el sistema repartido entre decenas de transportistas significaba que el poder político estaba dividido en distintos grupos de interés.