Enfoque
por Diego E. Quijano Durán
Pareciera que la acuñación de 40 millones o 80 millones de balboas fuera poco para preocuparse.
Pero un incremento en la masa monetaria por definición es inflacionario. Si hay más dinero circulando para una misma cantidad de bienes, los precios suben ajustándose a la nueva realidad. El problema es que estas monedas no tienen respaldo. Como su contenido metálico (principalmente acero), vale mucho menos que el anunciado en la misma moneda (un balboa), el efecto inflacionario es mayor.
Históricamente, los dólares que entran a Panamá lo hacen principalmente a través de las exportaciones de bienes y servicios y por la inversión extranjera. Por ello, la estabilidad monetaria y de precios en Panamá ha sido excepcional. La masa monetaria era mayormente el resultado de producción y ahorro real.
Estas monedas, en cambio, no son producto de trabajo y el gobierno podrá comprar bienes y activos y saldar deudas prácticamente gratis. Gratis para el gobierno, pero lo pagaremos nosotros porque poco a poco se irá reduciendo el valor de nuestros ahorros.
Sin duda, no es que mañana habrá una estampida en los precios. El efecto será pequeño, pero siempre nefasto. Contribuirá a los problemas que ya sentimos con la depreciación del dólar, alterará los precios relativos y distorsionará las señales que envía el mercado a los emprendedores. Ello fomenta una economía menos productiva e ineficiente.
Además, estas monedas no valen nada en el exterior y los bancos deben considerar el efecto que tendrá que alguien deposite mil monedas y luego, en el exterior, saque mil dólares.
Incluso, deberíamos preguntarnos si es aconsejable que el gobierno este acuñando monedas fraccionarias. Hay que ponderar las ventajas de estabilidad de una moneda respaldada en un 100% e ignorar las promesas que ventilan los que favorecen monedas fiduciarias.
Este enfoque apareció en el semanario de La Prensa, Martes Financiero, en la edición del 4 de mayo de 2010.
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