¿Juegan algún papel las promesas que uno hace todo el tiempo en la economía? Sí lo hacen y uno importantísimo. Este era el tema que traté un artículo aparecido el 25 de julio de 2013 en el diario La Estrella.
Las promesas y la economía
Los medios de comunicación suelen bombardearnos con malas noticias del mundo empresarial. Lo que escuchamos y leemos no es: ‘¡Oh, la empresa X cumplió su contrato con XY!’; ni ‘¡Qué acciones tan honestas acometieron esos empresarios en su tratar!’. Al contrario, lo que se resalta, naturalmente, son los fraudes, desfalcos, problemas, actos corruptos y traiciones. ¿Esto se debe a que en el mundo de los empresarios se requiere no tener ningún escrúpulo para ser exitoso?
Veamos un análisis paralelo en la vida familiar y los bochinches. Se pueden imaginar ustedes una conversación en la que se dice: ‘¡Mira qué fiel es Juan a su esposa!’; o: ‘¡Mira qué buena madre, que se levantó hoy por la mañana a hacerle el desayuno a su hija!’. Claro, de vez en cuando reconocemos las buenas aptitudes de padres de familia de algunos, pero lo que suele resaltarse es lo contrario, cuando hay una infidelidad, cuando el padre nunca va a ver a su hijo al béisbol, etc. Pues, igual sucede en el mundo económico y empresarial.
Los empresarios son personas que hacen muchas promesas y normalmente las cumplen, por eso hay personas dispuestas a entregar un producto a crédito o prestar dinero. Ambos son contratos de transacciones que implican una promesa unilateral de una de las partes: pagar más tarde. Y la realidad es que en la enorme mayoría de los casos se cumple. Es por esto que hay disposición de seguir haciéndolas. No vamos al cine preocupados de que paguemos el boleto y luego el dueño del cine no nos deje entrar, porque al ser un empresario es un corrupto y estafador. Por el contrario, ni siquiera caemos en cuenta de la posibilidad del incumplimiento de la promesa realizada: un pago adelantado por un servicio a dar posteriormente.
En la relación laboral entre trabajador y empresario sucede lo mismo. El trabajador de hecho toma el trabajo a la espera de que el empresario le pague lo prometido, a cambio, el trabajador promete cumplir su responsabilidad y acuerdo laboral. Se trata de un contrato de buena fe en que la gran mayoría de las veces se cumple. Si no, nunca estaríamos dispuestos a aceptar un trabajo.
Las promesas y su cumplimiento cabal son elementos imprescindibles para una economía de libre mercado, en donde las interrelaciones se realizan de manera voluntaria entre los agentes. No puede funcionar si las promesas no se cumplen, porque a medida que más promesas se incumplen, menos se estará dispuesto a hacer y aceptar promesas, con lo cual se reduciría la especialización, división de trabajo e intercambios voluntarios que generan riqueza para ambas partes (de otra forma las partes no intercambiarían).
Tome consciencia de todas las promesas que lo rodean, que usted hace, las que está cumpliendo cada momento, las que hacen sus compañeros de trabajo, sus clientes, sus proveedores, los negocios con los que realiza transacciones, y todas las promesas que están presentes e interconectadas. Cumplir las promesas es una virtud que rinde mucho y si no cree que la pueda cumplir, infórmele a quien se la hizo para llegar a un acuerdo. Con eso también se gana.
Cuando una promesa no se cumple a cabalidad, viene la desconfianza y, la persona que ha incurrido en ese error pierde lo que más debe conservar un ser humano: la fe, la esperanza y el crédito que puedan otorgarnos los que en nosotros creyeron.
—COLABORACIÓN DE LA COMISIÓN DE VALORES CLUB ROTARIO PANAMÁ.
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